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lunes, 27 de agosto de 2012

COMO ELIMINAR EL HABITO DE LA QUEJA


Es normal que en la dinámica de la vida, nos encontremos con situaciones que nos gusten y con otras que nos disgusten. Algunos optan por adaptarse a lo incómodo, aprender y superase, pero otros, se anclan en lo que les molesta y usan como recurso equilibrador la queja.

Vivir en el mundo actual no es necesariamente fácil. Nos vemos envueltos o somos testigos directos o indirectos de enfermedades, accidentes, egoísmos, alto costo de vida, enemistades y cambios inesperados. Todo este panorama nos pone en situación de adaptarnos o resistirnos. En cualquiera de esas dos opciones, una de las prácticas más frecuentes es quejarse. Esto no constituiría un problema de no ser porque se convierte en una tendencia frecuente y automática, que afecta a la propia persona y a quienes se encuentran en sus zonas de influencia.

Aunque parezca que quejarse es una forma sana de liberación, de catarsis, de desahogo anti estrés, la quejadera tiene efectos emocionales y relacionales que muchos no logran siquiera notar.

En su libro “Decisiones”, Shad Helmsteter se refiere a este tema, y lo menciona como una “nefasta costumbre colectiva”, un hábito que repetimos porque nuestra mente ha sido programada para hacerlo. El asunto es que cada vez que algo no sucede como deseamos que suceda, nos da por lamentarnos.

El problema real no es quejarse, sino la intensidad emocional presente en la queja la frecuencia con la cual la que se realiza, pues de acuerdo con los neurocientíficos, cuando comenzamos a quejarnos, nuestro cerebro sufre cambios importantes. Debido a que la queja va acompañada de un sentimiento de injusticia, impotencia y frustración, nuestra respuesta fisiológica se ajusta a esas interpretaciones y en consecuencia, el cerebro produce en hormonas que alteran nuestras funciones normales, como: adrenalina, noradrenalina y cortisol. Estas hormonas, afectan nuestros pensamientos y nuestra conducta. Así, nos convertimos en personas pesimistas y nuestra capacidad de respuesta ante los eventos se reduce. Nos hacemos víctimas de los eventos, en vez de afrontarlos desde una actitud creativa confiada y entusiasta. Si esta práctica se hace hábito, la tendencia es a que se produzcan a la larga, desajustes de salud.

La recurrencia de la queja nos programa negativamente. Nos hace esperar lo malo e incluso justificarlo. Además, atraemos gente quejosa y pasiva que se rinde con facilidad ante las adversidades y limita su racionalidad, su objetividad, su fortaleza. Esto termina por afectar nuestra autoimagen, y nuestra imagen social y por ende nuestras relaciones de pareja, trabajo y familia. ¿Quién quiere estar con una persona quejosa que se muestra débil y frustrada?

Es importante darse cuenta de esta costumbre, reconocerla, asumir la necesidad de superarla y ponerse a trabajar en ello con auténtica disposición. La quejadera es una revelación de inmadurez, pues es una forma indirecta de rendición ante las dificultades. Aconsejaba Gurdjieff: “no te quejes, usa la frustración para desarrollarte. Para este sabio y experto en el funcionamiento mental, la queja disipa la energía necesaria para cambiar, para enfrentar, para resolver. Al quejarnos, la energía necesaria para movernos hacia el cambio, se diluye en una conversación intrascendente que no apunta hacia la conducta evolutiva.

Es claro que ante ciertas situaciones hay que quejarse, reclamar y defenderse. No estoy proponiendo negar la realidad, reprimirse o actuar tímidamente. Planteo la necesidad de hacernos conscientes del momento en el cual quejarse empieza a ser un comportamiento diario, habitual o automático. Detrás de esta costumbre tan popular, se esconde una baja autoestima, decir una falta de amor propio.

La mayoría de los quejosos no actúan, se acostumbran a rumiar su pena, pero mantienen un comportamiento pasivo con lo que les frustra. Es mucho más funcional, como dice Robert Sternberg en su libro, la inteligencia exitosa: usar la inteligencia para detectar el problema, buscar solución y proceder a la acción resolutiva.

En algunas personas la queja llega a ser algo tan normal que no se dan cuenta de su presencia. Recuerdo un episodio en el que llamé a un amigo para saludarlo, y en menos de diez minutos de conversación se quejó de su madre, de su padre, de su hermana, de su situación económica, de su falta de pareja, del precio de los libros, sus vecinos ruidosos y el Gobierno.

Sería más efectivo preguntarse: ¿Qué puedo hacer, cómo debo hacerlo y cuándo, para modificar cuanto antes esta situación? ¿Es esto tan grave como para que tenga que sentirme de esta forma?

Para enfrentar este hábito desgastante, es necesario darnos cuenta de la manera como analizamos e interpretamos las cosas, puesto que en la alta mayoría de los casos no es lo que nos pasa lo que genera nuestras reacciones, sino la manera habitual que tenemos de evaluarlas e interpretarlas. Hay que detener la queja, reflexionar y hacernos cada vez más conscientes de proceder. Pensemos que bastan quince minutos diarios de queja para acumular cinco mil minutos anuales de autodestrucción emocional.

Un ejercicio adecuado para eliminar el hábito de la queja, consiste en escoger un día a la semana (para empezar) y observar la cantidad de veces que nos quejamos a solas o frente a otros. Si es posible, anote las veces que lo hace y pronto estará tan sorprendido o asustado, que su mente empezará a ayudarlo a eliminar la costumbre. También puede observar a una persona cercana, sólo para ampliar su capacidad de estar consciente. Bajo ninguna circunstancia intente cambiar a nadie más. No les cuente a otros que ayer se quejó cuarenta veces o que en la última semana haya renegado doscientas veces de su matrimonio. Eso sólo le traerá mala imagen. El objetivo es cambiar usted y nadie más. Su ejemplo, motivara que otros cambien.

Luego de iniciado el período de auto observación, piense en otras conductas alternativas y novedosas pueda asumir en vez de quejarse, como por ejemplo: reírse, buscar solución a lo que no resultó como esperaba, tratar de encontrar la causa de la situación o dar gracias a Dios por ayudarle a hacerse cada vez más y mejor observador. Hay muchas alternativas además de la queja, y siempre con mejores resultados.

Lo importante del asunto es descubrir y desenmascarar el hábito, reprogramar la mente 
con nuevos comportamientos y practicar hasta lograr instalar el cambio. Aunque sea difícil, siempre venceremos si somos insistentes.

Dr. Renny Yagosesky - PHD en Psicología Cognitiva. – MSc. en Ciencias de la Conducta. – Lic. en Comunicación Social. – Conferencista y escritor – www.laexcelencia.com.

viernes, 24 de agosto de 2012

COMO ACTIVARTE MENTALMENTE: TRUCOS PARA RECUPERAR TU POTENCIAL




Es natural que en muchas ocasiones de nuestra vida nos veamos paralizados por diversas circunstancias, el miedo, el estrés, el dolor y muchas otras sensaciones van haciendo que poco a poco nos sintamos aminorados ante nuestras responsabilidades diarias, ante esta parálisis nuestra mente empieza también a perder a actividad, este tipo de problemas aumentan también tu cobardía para sobrellevar tus planes.
Estas son las razones por las cuales se hace indispensable el uso de trucos para activarte mentalmente y volver a recuperar todo el potencial que te destaca como un excelente empresario.
Los mejores trucos para activarte mentalmente.
  • Lo primero que debes hacer para reactivarte mentalmente es reconocer que has aminorado tu potencial y obviamente tener el deseo de volverlo a recuperar, para hacerlo debes tomar el pleno control de tu actividad mental, es decir, empezar a actuar en beneficio de tu mente.
Empieza a alejar de tu mente los pensamientos que te han afectado, los conflictos, los problemas, los pensamientos negativos que han atenuado tu carácter, las críticas, los comentarios poco constructivos y demás.

jueves, 23 de agosto de 2012

SEIS PASOS PARA DESARROLLAR LA AUTOCONFIANZA



#1) Vístete para impresionar.
 
La ropa no define a la persona, pero cuando no te ves bien cambia la manera en que te comportas y te relacionas con los demás. Por eso, el primer paso para aumentar tu confianza está en vestirte con ropa que te haga sentir bien y seguro independientemente del estilo.

Además, procura que siempre esté limpia y planchada, arréglate, usa un perfume que provoque buenas sensaciones y antes de salir de casa mírate al espejo, sonríe y cierra la puerta con la intención de comerte el mundo.

#2) Camina más rápido.

Las personas que tienen confianza en sí mismas caminan rápido y con un propósito: saben adónde quieren ir y cómo llegar allí... Por eso intenta caminar siempre como si estuvieras en una misión importante, ¡aunque se trate solamente de comprar el desayuno! Si andas un 25% más rápido te sentirás mejor y te verás a ti mismo más importante.

#3) Medita.

Dedica unos minutos al día a meditar. Entre los cientos de beneficios que ofrece la meditación se encuentra el de aumentar la autoestima y la confianza en uno mismo. ¡Y con eso puedes lograr todo lo que te propongas!

#4) Crea hábitos saludables.

No importa que los cambios sean pequeños, porque el simple hecho de crear nuevos hábitos que te aporten bienestar hará que te sientas muchísimo mejor.
Por ejemplo, prueba a subir por las escaleras en lugar de tomar el ascensor, o intenta despertar unos minutos antes en la mañana para dedicarte más tiempo y empezar el día con energía.

#5) Muestra gratitud.

Mientras muestras gratitud no puedes experimentar ninguna sensación negativa, y además de eso cuando empiezas a apreciar todo lo que hay en tu vida la confianza aumenta.
 
Por eso intenta dedicar unos minutos al día a agradecer por todo lo que hay en tu vida, lo que está por llegar, por las personas que te hacen feliz, por tu mascota, tus habilidades...

¡Cualquier cosa sirve mientras te sientas agradecido de verdad!

#6) Visualiza.

Dedica unos minutos todos los días a poner en práctica la visualización creativa e imagina que eres la persona que quieres llegar a ser. Si deseas ser un excelente orador, imagínate a ti mismo dando seminarios en escenarios abarrotados de público... Y si quieres ser un escritor exitoso visualízate firmando cientos de ejemplares.
Tatiana Cabrera Camargo
Método Silva

jueves, 16 de agosto de 2012

7 CLAVES PARA TOMAR EL CONTROL DE TU VIDA


Si queremos dirigir nuestras vidas debemos tomar control de nuestras acciones. No es lo que hacemos una vez lo que moldea nuestra vida, sino lo que hacemos de manera constante.
- Anthony Robbins

Dicen que en la vida hay más comienzos que finales. 

1) Todo sucede por una razón más allá de tu mente

Todo lo que te ha sucedido tiene una razón de ser. Nada es casualidad y al mismo tiempo todo es justo. Puede sonar muy frío pero en verdad que ya no podemos sacarle la vuelta a las cosas. Lo que te ha pasado o has vivido, es perfecto.

Es tan justo que hayas encontrado a la persona amada, como que hayas terminado tu relación. Es tan justo tu despido del trabajo como ese increíble viaje que realizaste.  
Es tan justo que esa persona que tanto querías se haya ido de este mundo, como la enorme sorpresa que recibiste y te hizo el día.

Ni Dios ni la vida se han puesto de acuerdo para hacerte daño, oprimirte o enviarte castigos. Todo lo que has experimentado en este tiempo tiene su lección escondida.
Deja de pelearte o cuestionar todo. El camino no es racionalizar. Cargar la culpa con preguntas como: ¿Por qué me pasó esto o aquello? sólo te mantiene estancado.

He conocido muchas personas que pudieron seguir adelante, a pesar de vivir crisis tremendas, hasta que se reconciliaron con ellos mismos. Es entonces, cuando entendieron que nadie los estaba castigando y que lo que estaban viviendo era justo.

Tal vez ahora no lo entiendas, pero existe una razón más allá de toda lógica para que hayas vivido eso que tanto te causó dolor, angustia o desesperación. Cuando comprendes y aceptas este principio, inicias este proceso de hacerte cargo de ti mismo y brincas a otra etapa:

APRENDE A DECIR NO



¿Alguna vez has dicho que NO a alguien o a algo y te has sentido tremendamente culpable?

¿Alguna vez has dicho que SÍ sólo por quedar bien y terminas quedando mal contigo mismo?

Aprender a decir que NO para muchos resulta toda una odisea. Pero de verdad, que en términos de productividad y hasta de paz interior es una valiosa herramienta.

Una enorme diferencia entre las personas que alcanzan el éxito y quienes sólo se quedan en el intento es su capacidad para decir NO.

Mike Michalowicz, un afamado emprendedor y autor de libros como "The Toilet Paper Entrepreneur", dice que los que están lejos de sus sueños dicen SÍ diez veces más que lo que dicen NO. Mientras que los existosos dicen NO diez veces más que lo que dicen SÍ.

¿Cómo podemos interpretar esto? ¿Debemos de andar por la vida con una negativa en la frente?

No. Más bien, es importante saber elegir y darnos esa oportunidad, teniendo muy en claro hacia dónde queremos ir y siempre ir por el camino (que no siempre es el más fácil) hacia lo que sabemos en honestidad es lo que más nos conviene y nos conecta con nuestra felicidad.

El acumular actividades (todo por no decir que no) o agendarnos compromisos innecesarios sólo ayuda a subir el grado de estrés y por lo tanto de preocupación, ansiedad y falta de concentración en lo realmente importante.

Celestine Chua, colaboradora de Personal Excellence nos comparte 6 puntos para aprender a decir que NO:



"1. Date cuenta de que está bien decir que NO

No importa a quién le estés hablando y cuál es la situación, tienes derecho a decir NO. La única razón por la que sientes que no tienes ese derecho, es porque tú elijes renunciar al él. En lugar de pensar que no podemos decir que NO, aprendamos como decirlo de manera que la otra parte pueda entenderlo y aceptarlo.
2. Conoce tus prioridades

¿Cuáles son tus metas más grandes de este año? ¿Prefieres pasar tiempo en estas metas, o en este nuevo compromiso? Conocer tus metas refuerza tus razones para decir NO. Por ejemplo, desde hace un tiempo, decidí dejar de tomar peticiones de charlas/talleres, ya que cada compromiso toma tiempo y esfuerzo y no vale la pena el esfuerzo de hacerlo más de forma gratuita. 
3. Escribe todo primero

Si no estás seguro de cómo empezar, vuelca todo lo que hay en tu mente en un mail primero, sin la intención de enviarlo. Pueden ser cosas sin sentido. Pueden ser pensamientos de frustración. Trátalo como un borrador. El hacer esto te ayudará a ordenar tus pensamientos. Después de terminar de volcar tus pensamientos, encontrarás mucho más fácil sacar tu respuesta real de ahí. Esto me funciona siempre.
4. Mantenlo sencillo

No hay ninguna necesidad de sobre-explicarlo. Simplemente di que NO, y da la razón principal del por qué. Algunas personas cometen el error de escribir una larga carta/mail explicatorio, y eso es innecesario. 
5. Proporciona una alternativa

Esto no es necesario, pero si te sientes mal por decir que NO, puedes proporcionar una opción alternativa para amortiguar el efecto. Por ejemplo, si la persona quiere trabajar en un proyecto contigo, pero tú no puedes comprometerte en ello, puedes recomendarle algunas personas que puedan hacer el trabajo igual de bien que tú. De esta manera, la persona no se quedará colgada y podrá buscar entre esas opciones. Por lo general, en mis rechazos, ofrezco un par de opciones de cortesía.
6. Sólo di no

A veces me pregunto cómo decir NO, y al final voy con un sencillo “Lo siento, pero me temo que NO puedo aceptar” como respuesta. Sorprendentemente, las otras partes lo toman con mucha facilidad haciendo que me de cuenta de que la mayoría de los conflictos que tengo con decir NO, son más ilusiones propias que cualquier otra cosa. Mientras seas enfático, franco y respetuoso con la otra parte en tu respuesta, no debería haber ninguna razón por la cual habría algún problema".
¿Interesante no crees? Desde hace algunso años he practicado esta forma de vida y de trabajo y realmente me ha funcionado de maravilla. Al principio sientes que "estás fallándole al mundo", pero la verdad es que mientras sigas diciéndole SÍ a todo y a todos, terminarás fallándote a ti mismo.