Un conferencista empezó una sesión escribiendo en un tablero unos
números; eran unas sumas simplemente. Escribió seis sumas y en dos de
ellas había equivocaciones, las otras cuatro estaban bien. Al terminar
las seis sumas pidió al auditorio que por favor le hicieran comentarios de lo
hecho. Todo el mundo le hizo críticas diciendo:
3 + 6 = 9
6 + 2 = 8
4 2 = 6
4 + 6 = 8
2 + 2 = 5
4 2 = 6
4 + 6 = 8
2 + 2 = 5
- A la suma número 3 le falta el signo de suma, y
- 4+6 no son 8, sino 10,
- En la suma número 5, 2+2 no son 5 sino 4.
Luego preguntó: ¿Hay alguien más que quiera decirme algo respecto al trabajo que he hecho? Nadie contestó, y él, volviéndose al auditorio, dijo:
- Pensemos en la reacción nuestra
ante un tablero con seis sumas, cuatro de las cuales estaban bien y dos
mal.
Nos dedicamos a criticar las dos sumas que no estaban bien, pero nada dijimos en referencia a las cuatro sumas que estaban bien. Igual acostumbramos a hacer en la vida. Este es el trato que damos a nuestras relaciones humanas, con nuestro cónyuge, nuestros hijos, amigos y compañeros.
Aprendamos a decir una palabra de elogio, una palabra de agradecimiento por las cosas que están bien y que nos gustan. Con ello estimularemos a los demás a hacer las cosas mejor y al mismo tiempo nos sentiremos más satisfechos de nosotros mismos al ser sensibles a todo lo bueno y lo bello que nos rodea.
Al juzgar, tengamos en cuenta que "las faltas son grandes cuando el amor es pequeño".
Autor Desconocido
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